jueves, 24 de abril de 2008

Misa en sufragio por José Ignacio Tellechea

Debido a la muerte de D. José Ignacio Tellechea Idígoras, la Facultad de Teología, de la cual era profesor emérito, celebró una Eucaristía en sufragio por su alma. Presidió dicha Eucaristía D. José-Román Flecha Andrés, asistió gran número de profesores que ejercen en la actualidad y también eméritos, también asistieron alumnos de la Facultad y amigos del difunto profesor. A continuación reproducimos la homilía de D. José-Román Flecha:

Nos reúne aquí el recuerdo del profesor José Ignacio Tellechea Idígoras. El Sr. Decano me ha pedido que presidiera esta eucaristía, teniendo en cuenta que conviví con él durante diez cursos en el antiguo Colegio Hispanoamericano Nuestra Señora de Guadalupe, que se alzaba en el cerro de San Vicente. Allí compartimos incluso la misma habitación cuando nos alternábamos en la docencia de un semestre u otro. Pero allí coincidimos durante muchos meses. Allí pude ser testigo de sus tareas de investigación y del carácter que lo convertía en un buen amigo.

1. En estos días se han dicho muchas cosas de él. Se ha subrayado sobre todo su dedicación a la investigación de la historia de la Iglesia. En un hermoso discurso pronunciado en la apertura de un año escolar, él mismo nos habló de su íntima emoción cuando, en un día de vacación de las universidades romanas, se acercó a la biblioteca de la Chiesa Nuova, en el Corso Vittorio Emanuele, pidió los manuscritos del arzobispo Bartolomé de Carranza y quedó asombrado al ver que casi nadie los había manejado. Aquel día descubrió el amplio campo de la investigación que lo habría de hacer famoso. En libros y artículos de revistas ha ido tratando de aclarar la maraña que todavía hoy rodea el proceso al que fue sometido el arzobispo de Toledo.
Hace muy poco José Ignacio hizo que me invitaran a la clausura del Congreso que con motivo del centenario de Bartolomé de Carranza se celebraba en Miranda de Arga. Allí pude comprobar qué inmenso respeto suscitaba José Ignacio en las gentes de aquel hermoso pueblo que vio nacer al Arzobispo que él había dado a conocer a todo el mundo.
Es cierto que el Doctor Tellechea no limitaría a él el campo de sus investigaciones. Su preciosa biografía de su patrón y paisano San Ignacio de Loyola, Sólo y a pie, hubiera bastado para hacerlo famoso.

2. Muchos han recordado y ponderado estos días sus dotes de historiador y de académico famoso.
Nosotros hoy, en el ámbito de la Facultad de Teología, a la que llegó con apenas 35 años, queremos recordar también al hombre, al creyente, al colega.
Como persona, José Ignacio era un hombre sincero, discreto y humilde, al que no le gustaba dar importancia a sus méritos como investigador y como excelente escritor.
Era un creyente profundo y coherente, que desgranaba en una homilía lo mejor de la espiritualidad del Siglo de Oro o acercaba a los sacerdotes de todas las diócesis españolas la grandeza de San Juan de Ávila.
Y era, además, un colega totalmente dedicado a su trabajo y profundamente respetuoso con el trabajo de los demás.

3. Con todo, además de recordar al amigo, nosotros hoy hacemos memoria de Jesucristo, nuestro Señor, muerto y resucitado.
José Ignacio murió el día 8 de marzo, sábado, a la hora en que las primeras vísperas del 5º domingo de cuaresma nos recordaban ya que, al acercarse a la tumba de su amigo Lázaro, Jesús se proclamaba como la resurrección y la vida.
En la celebración litúrgica de hoy, jueves de la tercera semana de Pascua, Jesús nos dice: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día”. Al celebrar la eucaristía nosotros confesamos nuestra fe en el Señor de la vida y afirmamos con el texto evangélico que “el que coma de este pan vivirá para siempre”.
Encomendamos a Dios la trayectoria vital de José Ignacio y nos encomendamos a su intercesión ante el Padre celestial. Que Dios le conceda su paz y su descanso y a nosotros nos ayude a vivir en la fe y la esperanza nuestra tarea humana y profesional y, sobre todo, nuestra vocación cristiana.

José-Román Flecha Andrés
Universidad Pontificia de Salamanca,
11.4.2008

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